New Girl

Que jodíos los muchachos de Hollywood, ¡no paran los desgraciaos! Están todo el día dale que te pego a vueltas con sus maravillosas ocurrencias, que si a ver si hacemos un docudrama sobre un pene cantarín que quiere conquistar Broadway a golpe de claqué poniéndose un zapatito de charol en cada huevo… que si no hay cojones a poner en marcha una serie que cante las tribulaciones, venturas y desventuras de un Catedrático de Humanidades cuyo dicotómico padecer existencial reside en que, debido a que de lo suyo no hay trabajo, tiene que entrar de peón de albañil en una obra y no acaba de decidirse entre especializarse como ferralla o finalmente decantarse por ser yesaire.

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En fin, que como veis los cráneos privilegiados de los guionistas y productores no paran de maquinar sublimes y finas excentricidades con las que entretener a mayores y pequeños.

Pero no me extenderé mas en el maravilloso mundo de los entresijos del Show Bussines porque imagino, mis queridas Antonias, que arderéis en deseos de saber cual va a ser la serie sobre la que, con tan buen tino como siempre, voy a escribir este mes; así que no daré mas rodeos y sin mas menopausias iré al mondongo de la cuestión descubriéndoos que este mes escribiré sobre: «New Girl«.

En principio no hay mucho que decir sobre «New Girl«, es una comedia ligera de gente (a mi entender) guapa, pero sorprende porque empiezas a verla sin muchas expectativas, cuantos más capítulos ves, mas te gusta, y sin saber como ni por qué cuando quieres darte cuenta estás diciendo… ¡que pedazo de serie!

Y es que acostumbrados a grandes producciones (con mas presupuesto que talento), grandes actores (que hacen una serie y no llegan ni a renovar una segunda temporada) y grandes bodrios (aquí meteré mi media estocada pescuecera de rigor haciendo mención a la sobrevalorada y despreciable American Horror Story), se agradece que haya series como «New Girl» que, sin darse importancia ni autoadjudicarse estúpidos aires de grandeza, conquistan al personal mas macizo (mi caso es el mejor ejemplo de ello), con guiones originales y personajes marcadamente extravagantes pero no por ello menos creíbles.

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Sinceramente, no sabría ponerle una pega a «New Girl«, pero si dependiera la integridad de mis conguitos de que dijera algo que no acaba de convencerme, diría que es el hecho de que hay ciertos momentos en la serie en que los diálogos son tan extraordinariamente fluidos y originales, las comparaciones tan precisas y los chistes tan certeros, que dices: “¡Coño!, con esto pasa como con la protagonista de «Juno«, que nadie se cree que una cría de 15 años tenga esas pedazo de ocurrencias”, pero también es verdad, que yo personalmente tengo la sensación de que los guionistas de «New Girl» tienen el mismo buen culo y las mismas exuberantes tetas que Diablo Cody, e imagino que algo influirá en su trabajo ese detalle.

¿Recomiendo esta serie? Por supuesto que si, encarecidamente… ¿lo hago porque es fenomenal? No, la recomiendo porque me sale del pitorrín y creo que después de tantos meses escribiendo en esta inmarcesible publicación que es «Antonia Magazine«, ya deberíais tener fiega en mi y en mi buen criterio, amigas; y no porque mis hercúleos pectorales cincelados a golpe de gimnasio sean suficiente argumento y acicate como para convenceros (que también), sino porque tengo un buen corazón y no me llevo ná a la boca por deciros que esta serie es buena, y que conste que si no me llevo nada a la boca… ¡es porque no queréis, bandidas!

Iván Casquete