Cine – Alimentar el alma, cine y cocina

Hay algo fascinante, casi hipnótico, en ver cocinar a alguien. Por algo proliferan los programas de cocina, con cocineros-presentadores más o menos insoportables. Por algo de niños nos quedamos mirando como cocinan nuestras madres y abuelas. Por algo la cocina suele se centro de reunión en las fiestas.

Es de la cocina de donde surge todo, donde se produce la transformación, la magia. Donde lo crudo sale cocido, los ingredientes se convierten en elaborados platos.

La cocina es el laboratorio de la casa, el caldero del brujo.

No solo cocinar, sino también el hecho de sentarse a la mesa a disfrutar de una comida es cultura. Son representaciones del hombre, su mundo, su sensibilidad. Eso es arte. Y donde está el arte, está el gran compilador y exponente de todas las artes: el cine.

 

deliciosamartaratatouille-1Pienso en gran cantidad de películas que se meten en la cocina. Historias de cocineros y restaurantes, así como de gente no profesional, pero amante de la cocina. Eso puede resultar en maravillosas historias de cocineros apasionados por su trabajo al punto de prácticamente renunciar a otra vida, como en Deliciosa Marta. Cocineros que con tal de realizar su sueño dejan de lado a su familia y arriesgan todo, incluso lo que debería ser su identidad, como en Ratatouille.

 

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También historias no centradas en la cocina, pero donde la comida y su elaboración tienen un lugar importante. Me encanta ese momento de Goodfellas (Uno de los nuestros) en el que se muestra la vida de los mafiosos en la cárcel, preparando grandes comilonas, Pauly cortando el ajo con una hoja de afeitar y reclamándole al que prepara la salsa (que, por cierto, es interpretado por el padre de Scorsese) que no le ponga tanta cebolla, mientras los demás asan carne y pasan quesos y salami. Un clásico.

 

 

 

the-big-chillOtra de mis secuencias favoritas, y a la vez terriblemente trivial en apariencia, es el momento en el que los amigos de The big chill (Reencuentro) preparan la cena y bailan. Imitado pero nunca igualado.

Incluso una película un poco insulsa pero simpática, como Some Voices, tiene momentos agradables con los protagonistas preparando las comidas del restaurante en el que trabajan, y enternece ver como el hermano cocinero se esmera porque su pequeña cantina inglesa se destaque por tener platos más refinados.

 

Hasta me tragué un documental sobre El Bulli, que como película era bastante poco interesante, pero es tan alucinante ver la profesionalidad de estos cocineros a la hora de elegir los productos, manipularlos y crear verdaderas obras de arte efímero que no podía dejar de mirar.

Lamentablemente, también hay bodrios en donde se hace uso de la “magia” de la cocina para contar historias de la ñoñez insoportable de Como agua para chocolate, pero así y todo, esas perdices con pétalos de rosa y el guacamole de Tita tenían una pinta buenísima. Creo que es la única vez que salí del cine con idénticas ganas de comer y vomitar. Eso también tiene lo suyo.

 

comer_beber_amar_2Dejemos lo horrible y vamos a lo sublime, que de esto los orientales saben mucho. Toda la secuencia de presentación, solo por elegir una, de Comer, beber, amar con Chu preparando los muchos platos, manipulando los alimentos, cortando, friendo, poniendo al vapor, es una maravilla visual, ¡quiero comida china ya!

También en El olor de la papaya verde descubrí que se podía cortar la verdura más fina y más rápido que nunca, sin levantarse del suelo.

 

 

 

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Para terminar, porque me está dando hambre, quiero recordar dos películas en las que la comida, su elaboración y el hecho de comer pasan a otro nivel. Me refiero a El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, uno de los restaurantes más pictórico-siniestros del cine, una secuencia climática con el plato más de tragedia griega que nos podamos imaginar y una última línea y plano a cargo de la increíble Helen Mirren. Los que la vieron, recuerden.
Los que no, dejen de imaginar y véanla.

 

20070731195219-delicatessenLa otra joyita que se escapa del joyero es Delicatessen, para los que creían que Jean-Pierre Jeunet era pura dulzura y Amelies, les recomiendo esta, su primera película, sobre otras formas de entender la comida.

Como conclusión, creo que la mejor forma de disfrutar de una comida es compartiéndola en buena compañía. De la misma manera, lo que completa la experiencia de ver una película, es comentarla y hablar de ella.

Porque, como dice el cocinero más sabio del cine, Remy, de Ratatouille, una buena comida alimenta el cuerpo y el alma. Una buena película también.

Inés González