El zombie, ese gran incomprendido

Si, como dijo Dwight D. Eisenhower en su obra “Un militar en la Casa Blanca”, y cito textualmente del manuscrito original: “En Enero… ¡busca la sombra el perro!”, en febrero que las temperaturas empiezan a tropicalizarse, ese mismo perro que otrora buscaba lisonjero la sombra de un alcornoque, ahora lo que hace es desenterrar huesos. ¿Y que suele ocurrir cuando una persona, animal o cosa escarba distraído en la tierra en busca de cosas modernas, ya sean huesos, doblones o consoladores con forma de berenjena de la Era Cuaternaria? Pues lo menos que puede ocurrir, es que se encuentre con los zombis de The Walking Dead… ¡de ahí pa arriba!

Por eso quiero aprovechar este ventanuco que es Antonia Mag cuya labor en pro de la divulgación de los derechos humanos y la Libertad de Expresión esta fuera de toda duda, para chascar una lanza en favor de ese colectivo tan abnegado e incomprendido que son los zombies.

Nadie se asombra de que los muchachos de las Nuevas Generaciones del PP hagan alarde de no haber dado nunca un palo al agua ni tener oficio ni beneficio, sin embargo amigo, si un zombi anda de un lado para otro sin rumbo concreto, al borde de la inanición y aderezado con harapientas ropas, a todo el mundo le surgen preguntas indiscretas del tipo: ¿Cómo es posible que se tengan en pie si nunca comen? O… ¿Por qué en su entorno se folla menos que en la comunión de Tintín sin están mas asilvestrados que las zarigüeyas de ojete plateado y no tienen señora a la que rendir cuentas? ¡Pues muy mal, señores!

Los zombis están muertos, no necesitan comer, el hecho de querer desayunar de vez en cuando cerebros humanos en pepitoria es más una cuestión de divertimento y nostalgia animal, que una necesidad física en si.

Algo que se le ha reprochado siempre a los zombis es que, de un tiempo a esta parte, van siempre con la mirada perdida, medio desorientados y arrastrando los pies como los hermanos del ghetto mas conocidos como B-Boys; pues bien, eso tiene una explicación muy sencilla: los zombis toda la vida han sido mucho de escuchar los resultados deportivos en el Carrusel Deportivo de la SER, pero amigo, desde que Paco Gonzalez, Pepe Domingo Castaño y Manolo Lama se fueron a la COPE, los zombis se pasan todo el día intentando sintonizar el dial, porque si hay algo que le jode a un zombi es escuchar una emisora de Radio con ruido de fondo y en EEUU la COPE tiene muy pocos repetidores de señal, de ahí que vayan siempre como concentrados en otra cosa, mas que en su propia existencia de muerto andante… ¡ese era todo el misterio, cojones!

The-Walking-Dead-Cast-Photo

The Walking Dead es una serie vertiginosa. La primera temporada consta de 6 capítulos y gran parte de ellos te los pasas con el corazón en un puño temiendo por los protagonistas humanos a los que se quieren merendar. Para mi gusto (como siempre) faltan mas tías buenas (vivas), mas pechos turgentes al aire (que no estén en estado de semi-putrefacción), y algún que otro escarceo metesacacional que aliñe un poco tanto miedo y tanta angustia.

Desde mi punto de vista es una serie sensacional que se deja ver estupendamente y cuyo gran mérito es que a veces te den mas ganas de matar a los vivos, que a los muertos.

Pero eso sin duda forma parte de la condición humana, estamos todos muertos en vida… ¡como Sara Montiel!

 

Iván Casquete, series

 

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NOTA de la dirección: una preguntilla absurda ¿por qué al prota de esta serie no se le ocurre preguntar NI UNA PUÑETERA VEZ «oye, aquí qué ha pasao»? Se despierta de un coma, en un caos total de seres a trozos y medio putrefactos que se lo quieren comer, y es que le resulta todo tan normal como si yo te digo «hay que ver cómo está Madrid de zombies», y tu respondes «¡huy! pues Toledo está igual». Por favor, que a cualquiera se le ocurriría. Un virus, una plaga, una invasión extraterrestre, una explicación, por dios.