La Loba

Está más que claro que cuando se trata de la señora Nuria Espert la que estrena parece que todo se tiene que parar a su paso. De repente, todos esos eruditos de la crítica de espectáculos comienzan a saturar las clínicas de fisioterapia, aquejados de la peor de las lumbalgias tras tanta reverencia y genuflexión ante el paso de “la gran dama”. A mí, particularmente esta señora siempre me ha parecido una buena actriz, de esas que no destacan demasiado entre las cientos de actrices que, a mi parecer, son igual de buenas que ella o mejores. Como las comparaciones son odiosas y a mí creo que me importa bien poco que me odien, pues ahí queda dicho y punto.

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El CDN nos trae La Loba al Maria Guerrero, una obra parida por la dramaturga Lillian Hellman y con el sello inconfundible de la dirección de Gerardo Vera. Desde que Vivien Leigh pusiera el mundo por montera y dijera NO, la historia yanki (he dicho historia???) y su cultura, con su guerra de la independencia y sus algodonales, no me habían llamado la atención en exceso. Pero el montaje de La Loba ha resultado ser un néctar irresistible tras ir de flor en flor con las antenas a flor de piel y el aguijón cargado. La pieza nos sitúa en la América del Norte tras la guerra, cuando familias de nuevos ricos se aprovecharon para enriquecerse a costa de los negros en los algodonales. La Espert encarna a la hermana mayor de los Hubbard, una mujer de avanzada edad, embriagada por la codicia y el ansia de poder. La lucha por la supervivencia social en la cuna de un emergente capitalismo desmembrará las relaciones entre los personajes desnudando ante el espectador la verdadera crítica hacia el ser humano y su a veces pestilente ambición.

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Como era de esperar la puesta en escena ha sido a lo grande, con un vestuario impecable, una escenografía muy acertada y un trabajo técnico enriquecido con un audiovisual bastante sorprendente. Y como era de esperar también, nos encontramos con un trabajo interpretativo a la vieja usanza. No han faltado los sobreactuados y las histriónicas voces de los que llevan más de 40 años en las tablas y cuya forma de hacer teatro es esa, sin más. Esta vez Doña Nuria si me ha gustado, y hasta podría decir que ha estado bárbara a pesar de que el texto le ha bailado en bastantes ocasiones. Pero hay que decir que sí que nos hemos encontrado con la perversa Regina Hubbard, con su semblante maléfico y sus ademanes de manipuladora nata. Junto a ella, Carmen Conesa sencillamente maravillosa, interpreta a la sufrida hija con la naturalidad que la caracteriza.

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Podemos decir que el trabajo esta bien hecho y bien dirigido. Gerardo Vera ha sabido aliñar este particular aquelarre con la especia del romanticismo. Creo que merece la pena acercarse un miércoles, pues el día del espectador creo que sólo son 9 euros. ¿Aun seguís pensando que es caro el teatro?

Zapp Amezcua