Miradas que matan

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«El arte es la única cosa capaz de ser falsa y verdadera a la vez». Esta frase, que se atribuye a Aristóteles, aparece en la película del italiano Sergio Rubini esgrimida por el personaje que él mismo interpreta. En torno a esta idea, su personaje en la gran pantalla elabora una prestigiosa carrera en el mundo del arte y un maquiavélico plan, mientras que el director construye una historia (falsa) con algunos mensajes universales (verdaderos), también en torno a ella, que termina por ser una película muy entretenida y sin demasiadas pretensiones.

Miradas de amor (Colpo d’occhio), un film de Sergio Rubini

Del argumento de Miradas de amor podría decirse que es un clásico: la hermosa Gloria (Vittoria Puccini) abandona a su pareja y mentor, el famoso crítico de arte Lulli (Sergio Rubini), para vivir un amor apasionado junto a un joven artista de talento, Adrian (Riccardo Scamarcio). Al enterarse, Lulli decide interferir en la apacible existencia de ambos, trastocando todo lo que tienen y convirtiendo su vida en una pesadilla.

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Si bien el argumento no es muy original en sí, lo es la forma en que está llevado a la práctica. Los actores realizan un trabajo muy refrescante, en particular Vittoria Puccini y Riccardo Scamarcio, que convencen en todo momento con su naturalidad. Sergio Rubini interpreta con menos acierto al despechado y tercero en discordia, al que termina convirtiendo casi en un malvado de opereta (sin motivaciones muy claras, ni alma) en las últimas secuencias del metraje. Llega a recordar un poco a Al Pacino en Pactar con el diablo, pero en versión más light.

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Dividida en dos partes, una primera más luminosa (la calma que precede a la tormenta) y una segunda más agitada, insertada en el negocio del arte contemporáneo, la película es ágil en la narración y posee una textura visual que atrapa, como las miradas de las que habla el título. En un intencionado homenaje a la tragedia griega, el film reflexiona sobre los límites que estamos dispuestos a cruzar a cambio del éxito o de retener al amor de nuestra vida.

¿Lo mejor? Los ojos de los protagonistas y unas escenas de cama (creíbles) de las que no saturan, algo raro y a menudo con tintes ortopédicos en el americano. Y para los que no estamos acostumbrados al cine europeo, es todo un regalo admirar los escenarios sin la patina turística hollywoodiense: viajamos de la tumba de Rafael en el Panteón de Agripa (Roma) hasta la Bienal de Venecia, embarcados en un digno trabajo de dirección que sería una pena que pasase desapercibido en la cartelera.

Clara Laguna

Fecha de estreno en España: 11 de noviembre