Shameless

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Shameless, y para ilustrar mis palabras citaré uno de los proverbios chinos mas famosos del sabio Confucio: “Es la típica serie que los diablos blancos de rotundos y maravillosos ojos se encuentran por casualidad y dicen… ¡la hostia puta! ¡Que flipada!”, y si ya Confucio en el año 4 antes de los Velociraptors, tenía ese atinado criterio sobre según que series… ¡por algo sería!

Así que este mes, para las Antonias de prietas carnes y firmes cuartos traseros (el 99,9% de las Antonias) que no hayan oído hablar de esta serie, diré que Shameless (la versión Estadounidense), es una adaptación de la versión británica de la serie del mismo nombre, que lleva triunfando varios años en la vieja Inglaterra de la Commonwealth. Y vosotras os preguntaréis… ¿cuál es mejor? ¿la versión inglesa o la americana? Y yo os respondo rodilla en tierra y con el corazón en un puño: la americana, porque la protagoniza William Hall Macy Jr., y William Hall Macy Jr… ¡mola un cojón!

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La serie narra (más en tono de comedia que de drama), las peripecias, lances, miserias y glorias, de una familia disfuncional en su hábitat natural. Una familia cuyo padre es un entrañable e indómito alcohólico (pero inofensivo como todos los alcohólicos de buen corazón), una madre que desapareció casi antes de dar a luz al último de sus ochocientos setenta y siete mil hijos (eso si, seguro que es limpia como la madre que la parió), y unos hermanos mitad sociópatas, mitad filibusteros, que hacen verdaderas maravillas para salir a flote día a día, delinquiendo, innovando para estafar a los servicios sociales, bebiendo y fumando a cada segundo, y poniendo alguna que otra pica en Flandes cuando el tiempo lo permite y las autoridades competentes no lo impiden.

Entre los actores secundarios brilla con furor uterino la buena de Joan Cusack que hace de dominatrix/ama-de-casa-amantísima/agorafobica recalcitrante (que lo mismo te fríe una camisa, que te plancha un huevo), con una naturalidad que, por momentos, hace pensar que no interpreta sino que padece una patología psiquiatría y solo hace de si misma.

Emociona también por su caballeresco proceder, el noviete de la hermana mayor, un guaperas de libro, ladrón de coches que tiene mas contactos… ¡que la centralita de Telecinco!

Shameless no solo tiene tetas tiernas y culos pétreos, hay alcohol a raudales, droga por doquier, mamadas debajo de la mesa a ritmo de The Vines y un hermano pequeño negro en una familia de blancos que, quieras que no, siempre adereza el conjunto dando la nota de color.

Mención aparte merece la banda sonora que tiene temazos a diestro y siniestro (y decían de Misfist… ¡me rió yo de su banda sonora!)

En definitiva, en Shameless nos encontramos con la clásica familia disfuncional de toda la vida, muy al borde de todos los abismos, pero muy bien avenida… ¡entrañabilísimo!

Iván Casquete