Nunca había tenido la suerte de ver a Sandra Medina sobre las tablas con la compañía Pez en Raya y mi querido teatro Alfil me ha brindado esa oportunidad. Y ya está bien, porque debe ser la tercera o la cuarta vez que hacen para allí y esta vez no tenía excusa. Fiel a su línea, el teatro de la calle Pez vuelve a demostrar que es un baúl de la risa en el que no sólo hay cabida para Yllana sino para muchas cosas más (esto lo digo con segundas porque oigo a veces mamarrachadas sin sentido ni justificación alguna y lo que es justo es justo). Como el año hay que empezarlo con buen humor y la gente está sedienta de comedia fácil, llega Solalá con Pez en Raya de nuevo a las tablas madrileñas derrochando energía por los cuatro costados.
Es complicado explicar la línea argumental de esta pieza, más cuando comulga con tantos géneros tan variopintos y la constante carcajada no te deja pensar. Solalá ante todo es una actriz y un personaje. Aunque parezca mentira, podemos “descojonarnos” (a veces es necesario el lenguaje malsonante, ustedes disculpen) de la historia de una madre de quintillizos, con su marido en el frente y su casero acosador intentando cobrarle el alquiler. Este personaje lo interpreta una actriz que intenta justificar en todo momento su valía, y si para ello hay que bailar flamenco, improvisar, chinchar al público o hacer un número de magia…pues lo hace. Todo un reto, como ven
A pesar de que la apuesta pueda parecer arriesgada, Cristina Medina no se corta a la hora de anunciar en el cartel que “sale en bragas”. La actriz se desvive por un mundo de constantes improvisaciones y ritmo frenético que la mantendrá en constante movimiento de principio a fin, cambiando de registro a mil por hora y demostrando que detrás de una cara televisiva también existe una gran comediante. De nuevo alabo la presencia de los elementos audiovisuales, en este caso a efecto de cine mudo de los años 30, que tan bien hacen en el teatro contemporáneo. Brillante puesta en escena, con elementos justos para la creación de un humor visual efectivo acompañado de una dramaturgia correcta y apta para todos los gustos.
Y poco más puedo decir de esta pieza sin desenmascarar lo que hay detrás. Creo que si quieren saber más deberían acudir al Alfil y descubrirlo por ustedes mismos, que el teatro no es tan caro y más mal hace la pereza. Por mi parte la recomiendo, porque Pez en Raya han hecho muy bien los deberes y porque necesitamos reír con la que tenemos encima
Zäpp Amezcua