Winona Ryder no es una musa al uso

No es una de esas que se pueda llamar musa atemporal, aunque por supuesto tampoco será flor de un día. Se podría decir que es una musa alternativa y contradictoria, nada convencional, y pelín rara, pero esencial y necesaria al fin y al cabo.

Algunos la quisieron considerar incluso como la musa de una cierta generación, pero para mí es mucho más que eso.

Últimamente quizá ya esté denostada y casi perdida o acabada, pero para los que crecimos con ella, y, sobre todo para los cinéfilos (como yo), fue y sigue siendo una inspiración total, y una de esas figuras que nos marcaron para siempre.

Quizá no sea una musa definitiva, pero al menos sí fue una musa muy importante en una parte importante de nuestras vidas…

De todas formas, para mí siempre será la musa total, la que encarna a todas las mujeres en una, desde la frágil, infantil, perdida e inocente a la sexual, estilosa, enigmática, oscura, dura y problemática.        

Nunca fue una chica normal, y definitivamente para nada vulgar.

La encumbraron sus personajes extraños e inusuales, que para muchos de nosotros ya fueron para siempre personajes universales.

Desde sus góticos papeles iniciales en el cine, oscuros y nada convencionales de, por ejemplo, Beetlejuice , Gran Bola de Fuego, Eduardo Manos Tijeras o Mermaids, hasta el súmmum de la sofisticación y elegancia de su Dracula (el papel de su vida) o la Edad de la Inocencia, una de sus películas favoritas para quien esto escribe.

Es todas las mujeres en una, pero lo maravilloso es que en todos sus personajes siempre es ella misma. Winona siempre será los personajes que ha interpretado.

winona cover

Es cierto que esos han sido sus papeles principales en el cine (sin olvidar el que podría haber sido un estupendo papel en El Padrino III del gran Francis Ford Coppola, que era originalmente para ella, y que seguro hubiera bordado); y también es cierto que la Edad de la Inocencia es, por ejemplo, de hace más de 20 años.  A mí eso no me importa.

Simplemente por haber hecho esos papeles que he reseñado – que prácticamente fue encadenando durante 7 u 8 años seguidos -, y por ser como es, siempre será una musa, aunque muchas de las películas que hizo después no me interesen.

Sobre todo sus películas iniciales, pero también el desarrollo de su vida personal, nos han marcado definitivamente a muchos.  

Nunca olvidaremos su frágil y oscuro romanticismo en Beetlejuice o Eduardo Manos Tijeras, pero tampoco la niña-bomba sexual de Gran Bola de Fuego o la sensata y medio-monja mojigata de Mermaids.

Sin duda, el momento cumbre de su carrera llegó con Dracula, de la mano de su amigo Coppola (otro grande), y con su exageración del gótico romanticismo extremo, llevado a su máxima expresión. Sigo pensando que su encarnación del amor eterno es uno de los personajes (Mina+Elisabeta) más bonitos de la historia del cine.

Pero también con su recreación del amor puro y dulce (pero ésta vez no carnal) de la inocente May al que hace honor el título de la estupenda obra de Martin Scorsese (otro grande).

Pero lo atractivo radica en la interacción que siempre hubo entre su figura pública y sus papeles en el cine, al menos en su época gloriosa.

Su romance con el galán malote de Johnny Depp fue uno de esos que hacen historia y hacen correr ríos de tinta (en vez de los ríos de sangre que hizo correr Dracula por ella), y hasta con tinta grabada en la piel de un tatuaje mítico.

Además, su coqueteo con el lado salvaje de la vida (depresiones, drogas, cleptomanía, etc) la hacen todavía mucho más atractiva.

Toda musa debe siempre tener un lado misterioso y secreto, y ella cumple ese axioma a la perfección.

Aunque sin duda lo que más me interesa de ella, aparte de su belleza y estilo innegable (y evidente), y su vida más o menos salvaje o lejos de lo convencional y lo políticamente correcto, es su enorme talento.  

Es una actriz majestuosa que lamentablemente no ha sido siempre bien aprovechada. Precisamente pienso por esta sociedad mojigata que se empeña en castigar a los que se salgan un poco de la norma, los que sean algo originales y auténticos,  y los que tengan comportamientos fuera de lo standard.

Salvo esa época gloriosa que tuvo con esas películas recordadas, fue precisamente cuando decidieron encasillarla o hacerla emblema de toda una generación (aquella absurda etiqueta de la Generación X) y controlarla de una manera más comercial, cuando empezó su etapa profesional menos interesante, y, en mi opinión, su declive – tanto personal como profesional -.

Desde aquel momento nunca más volvió a hacer uno de aquellos personajes inolvidables por los que siempre la recordaremos.

Estéticamente también fue una figura muy influyente (obviamente cada vez menos), con sus vaqueros y jerseys negros en ese cuerpito espigado que por momentos podía tener la elegancia de una Audrey Hepburn mezclada con una estrella de rock, grunge o punk.

Winona ha tenido (y ha sido) siempre una imagen muy potente. Y por supuesto un emblema y motivo de inspiración para varias generaciones.

Pienso que tiene un poder sexual muy potente, contenido en un envoltorio aparentemente dulce y frágil, pero tremendamente poderoso.

Toda musa que se precie debe tener su artista o creador fetiche, y ella no los ha tenido solo en el mundo del cine (desde Coppola hasta Scorsese pasando por Burton y alguno otro más), sino también dentro de la moda. El de ella siempre será su amigo Marc Jacobs, compañero de juergas, correrías y divertimentos varios, y gracias al cuál hemos podido disfrutar del acercamiento de la actriz al mundo de la moda y la publicidad. Aún hoy sigue siendo asidua a los desfiles del norteamericano, para el que ha protagonizado campañas y al que ha inspirado prendas y accesorios.            

Estrella total que, aunque esté representando cualquier papel, cualquier anuncio o vistiendo cualquier abrigo o traje diferente, siempre será ella misma. Única, reconocible e inolvidable.

Siempre han intentado encaminarla (sobre todo en los últimos años) por el cine comercial bobalicón (aunque últimamente le han vuelto a dar algún papel de esos semioscuros que en principio tan bien se le dan, como el que tuvo en Inocencia Interrumpida o en Cisne Negro, pero que no estuvieron a su altura), sin embargo la Winona que nos gusta es la retorcida barroca y negra, esa que encierra muchos secretos oscuros en su interior (no siempre buenos), pero que al mismo tiempo derrocha elegancia y fragilidad.

Hay algo misterioso en ella.

Siempre me han interesado los personajes perdedores y fuera de lo establecido por la sociedad convencional. Y ella es uno de ellos.

Una esencia enorme encerrada en un pequeño y aparentemente frágil envoltorio. Oscuro y delicado, pero precioso.

Pasará el tiempo (inevitable y terrible), y nunca volverá a ser lo mismo que fue durante toda un época, pero todo aquello que representó es tan potente y profundo que siempre será una de las grandes. Y por eso, los que la queremos, nunca nos cansaremos de decir aquello de “Winona Forever”.

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José Núñez Ponce tenía un magnífico blog YOU! ME! DANCING!