Ascenso y caída del underground: una paradoja social en tres actos

1. Subterráneo. Como los túneles por los que los esclavos huían de Estados Unidos. Como los lugares en los que se reunían las asociaciones clandestinas. Como las galerías donde los mods que describe Tom Wolfe daban rienda suelta a su visión hedonista de la vida.

Underground ha habido siempre, aunque esa cosa kármica tan extraña a la  que llamamos posteridad haya logrado en ocasiones que muchos de estos movimientos aparezcan hoy reflejados en los libros de texto. Pero quizá el underground “oficial” (primera paradoja) sea el que nació tras la Segunda Guerra Mundial ligado a otros dos términos igualmente escurridizos: contracultura y subcultura.

Los movimientos contraculturales ensalzan elementos, estilos y ámbitos que la práctica cultural institucionalizada no tiene en cuenta. Desentrañan ciertas actitudes políticas anquilosadas e implícitas en los discursos hegemónicos o simplemente se oponen, por las razones que sea, a los valores sociales imperantes. Los que se adscriben a un movimiento contracultural suelen ejemplificar sus propuestas en su estilo de vida, sus costumbres, su indumentaria y sus amistades; forman una subcultura más o menos reconocible para cualquiera que se cruce con ellos, encumbran la diferencia y remarcan el abismo que les separa de la masa. La contracultura es el contenido, la subcultura la forma de dicho contenido y el underground, el canal por el que transcurre su producción: cómics, novelas, música, fanzines, bares que se publicitan, se distribuyen y se sufragan de forma independiente.

La generación beat, el movimiento hippie, la psicodelia, los mods, el folk o el punk han llegado hasta hoy como movimientos underground cercanos al hito histórico. Nos han dejado una lista de nombres (Kerouac, Hendrix, Dylan, Strummer, Kesey…) que todo aquél que se las dé de ente culto debería conocer y alabar, otro cánon más desde el que medir qué es la buena o mala música, la buena o mala literatura, el buen o mal cine y hasta una colección de camisetas de H&M que parece no agotarse nunca. Por supuesto, hubo muchos otros movimientos contraculturales que no corrieron la misma suerte, y habría que investigar mucho para poder dar con ellos. Fijaos el grado de oficialidad con que la posteridad ha tratado a los primeros.

2. Emergente. Como las economías marginales que de repente se vuelven poderosas. Como los talentos que se asocian o empiezan a aparecer en las discográficas, las pasarelas o las editoriales más conocidas. Como cuando haces una zanja y explota una tubería.

Porque, como dicen los de la semiótica, lo que nace en la periferia lucha por llegar al centro y desplazar a quienes lo ocupan. Porque un gran número (no todos) de los movimientos contraculturales y de los estilos alternativos luchan por hacerse oir. Porque a la mayoría nos gusta el éxito y el problema quizá no sea la notoriedad, sino el hecho de que la notoriedad te cambie.

Que lo que nació como underground roce a veces el mainstream no tiene por qué ser malo en un principio. Lo malo, a veces, lo aporta el consumidor, no el productor.

Porque hay lectores u oyentes que se niegan a que los proyectos con talento y con algo que aportar sean compartidos por la mayoría. Esos que ponen el grito en el cielo cuando ven una camiseta de los Ramones en H&M, que sólo escuchan lo que aparece en BandCamp y ven películas que no llegan a las taquillas españolas. En definitiva, todos los que no pertenecen de forma activa a ningún proyecto o movimiento pero hacen del consumo de lo “conocido por ser desconocido” (segunda paradoja) el centro de su vida.

¿Acaso Los Ramones están en H&M por ser minoritarios? ¿habrías tenido un póster de Crumb adornando su salón si no fuera porque has llegado a él a través de las miles de referencias culturales que se hacen de él cada día? ¿Quejarse de la mitificación tergiversada de la movida madrileña y a la vez rabiar de ira si alguien retoma los fanzines y los grupos que hoy no le suenan a nadie? Si te sabes de memoria los temas de Frank Zappa ¿qué hay de malo en que Bon Iver toque en un estadio?

Ser moderno es un trabajo a tiempo completo. Y servidora agradece enormemente que ellos nos den a conocer grupos, movimientos o revistas de calidad cada día, pero no entiende muy bien por qué se erigen en portavoces de novedades y, cuando logran hacerse oír, rechazan su cometido (tercera paradoja). Como la moda, que cuando se pone muy de moda, tiene que rechazar sus contenidos y buscar nuevas tendencias. Curiosa dinámica social…

3 Fluído. Como lo que no es líquido ni sólido sino todo lo contrario. Como lo que se escapa entre los dedos antes de que puedas apresarlo para definirlo. Como la sociedad actual, según Bauman.
….y es que, hablando de la moda y las modas, pocas cosas hecho tanto daño al underground como ella. La moda busca en el underground, investiga las subculturas, se hace eco de las polémicas, las sube a una pasarela, las hace protagonistas de un editorial, las convierte en tendencia y las vacía de significado. Todo lo que nació por oposición a lo establecido, se codificó con reglas implícitas para hacerse fuerte y se puso un uniforme para distinguirse, si cae en las garras de la moda, se convierte en forma sin contenido, en signo vacío.

Tal vez ésa sea una de las principales razones por las que el underground es hoy un término tan escurridizo como polémico: lo que siempre fue una dinámica social casi natural, la de la oposición y/o búsqueda de alternativas a lo establecido, es hoy también una moda. Lo que hizo Vivienne Westwood con el punk, Marc Jacobs con el grunge y Amancio Ortega con los dos, es lo que hacemos todos cuando consumimos algo que tiene escrita de antemano la etiqueta de indie. El underground ya no es un canal por el que transcurren corrientes subterráneas sino una playa turística que aparece en todas las guías.

Internet ha dinamitado los canales de información y ha encumbrado la máxima de McLuhan: el medio es el mensaje. El que busca, encuentra, y el que tiene algo que decir, puede hacerse oír rápidamente si sabe aparecer en las páginas adecuadas y escribir los tweets adecuados. Como si la cultura actual hubiera asimilado la contracultura. Como si ciertos planteamientos y sus contrarios cupieran en el mismo molde. Como si lo alternativo, lo independiente y lo minoritario fueran etiquetas publicitarias para un público cada vez más numeroso. No sabemos dónde acaba la periferia y dónde empieza el centro.

Y no está mal que sea así.  El hecho de que las voces alternativas y los proyectos independientes no sean subterráneos no los hace menos válidos, todo lo contrario, pese a que algunos se esfuercen por sacralizar unos hábitos que hace años que ya no existen. Pero resulta curioso ver cómo hoy, que lo underground se vuelve difuso y casi indefinible, se escucha más que nunca hablar de él y oponerlo a eso que llaman mainstream.

Quizá (y ésta es la paradoja de las paradojas) el underground sea mainstream y el mainstream sea el nuevo underground. Nos hemos cegado tanto buscando lo alternativo e identificando la calidad con la minoría que puede que lo verdaderamente marginal esté dentro de eso que desdeñamos por ser masivo y exitoso.

Como me decía el otro día mi amiga y musa DiporDior: «el underground está en esas cosas que das por sentado pero que en realidad se han vuelto súper raras: casarse y no divorciarte, trabajar y que te paguen o encontrar a alguien que no esté a dieta».

Y añado: no considerar a Beyoncé un guilty pleasure, disfrutar sin ironías ni dobles lecturas de un melodrama taquillero, no tener Facebook ni whatsapp o no justificar con la excusa del kitsch ciertos placeres es hoy más underground que escuchar únicamente maquetas, ver cine experimental o comprarte el abono vitalicio del Primavera Sound. Cuando Eric, el batería de Los Planetas, le dijo a Jota en aquel glorioso vídeo “si salimos en la Rolling Stone nos vamos al mainstream” no se dio cuenta de que llevaba muchos años siendo uno de sus portavoces.

una paja mental por Leticia García

2 Comment

  1. Clara says:

    Fantástico artículo. ¿Dónde se puede seguir leyendo a esta autora? La editorial que hizo Leticia García sobre el arquetipo Betty Draper también es de lujo.

    1. Mabi Barbas says:

      Hola, Clara.
      Leticia García es en la actualidad la Directora de Moda de Magazine Fashion&Arts de La Vanguardia. Puedes localizarla aquí http://www.magazinefa.com/
      Saludos.

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