I did it the last

ps13-juanvidal-041.JPG cmyk

¿No os pasa a veces que estáis enfermos de «ultimismo»?
Estamos pendientes de la última tendencia, la última corriente nutricional, el corte de pelo de moda, el bar de moda, la it girl… ¡Qué saturación! ¡Qué pereza!

Esa canción que no para de sonar en la radio, en la tele, en los anuncios, que todos tus amigos te dicen que es temazo… qué asco le has pillado. Y es probable que hasta sea buena y todo, pero tú no la puedes soportar.

Los cazadores de tendencias se parten el choto por ser los primeros en descubrir algo, lo que sea, y decirlo antes que nadie, y los que pretenden ser insiders se arriman a esos coolhunters para ser los primeros en estar al tanto, en una carrera por poder decir «yo ya lo dije / lo hice / lo probé». Menudo rollaco la carrera por el «I did it first».

Si tienes que trabajar todo el santo día con tendencias, porque seas diseñador, o trabajes en marketing, o estés en el mundo de las revistas de moda, llega un momento en el que el «yo esto lo he visto antes» se instala en tu cabeza para no salir nunca más.

Por eso siempre es más interesante acudir a un desfile de fin de carrera de una escuela de moda que al de un diseñador consagrado (a no ser que ese diseñador sea Galliano, obviamente). Me refiero, desde luego, a la moda patria. Aunque aquí habría ya que plantearse seriamente si el concepto «moda» es aplicable a los que tenemos a día de hoy: en muchos casos molicie y autocomplacencia.

Se comentaba en MBFW que las firmas de grandes cadenas (como Pedro del Hierro, con Carmen March, en Cortefiel), le estaban dando una lección a otros diseñadores que están instalados en MBFW, al haber salido mostrar su trabajo en pasarelas como la de Nueva York. Lo que es extraño es que los que han vivido muy bien de las rentas de lo que sucedió en el pasado, de esa marca de Moda de España que se creó, no hayan sabido aprender esa lección y espabilar, y se intenten mantener con licencias, con colaboraciones con marcas y productos que poco o nada tienen que ver con ellos, y estén estirando hasta el punto de no poder pagar a sus empleados o liquidando su empresa.

Con este clima de prosperidad -pronúnciese esta palabra cargada de ironía-, me sorprende que aún haya quien esté ilusionado con estudiar la carrera de moda, que se atreva a presentarse para desfilar en El Ego, o que lo apueste todo para lanzar su marca, en un «o todo o nada» digno, como poco, de elogio.

Ir al último día de desfiles, cuando ya se han paseado todas las petardas del fin de semana disfrazadas para el street style, es un gustazo. Este día y el de El Ego son los más interesantes. Puede que no lo sean para los compradores que se sientan en los desfiles -aquí ya, más que ironía, se admiten carcajadas-, pero sí para el periodista de moda. Los déjà vu del fin de semana dejan paso a la ilusión de ver alguna locura o, al menos, una propuesta interesante.

Eso sí, días consecutivos, pero no revueltos en cuanto a contenido: el último día del calendario oficial suele cobijar a los alumnos aventajados de El Ego (Moisés Nieto, Sara Coleman), o apuestas de fuertes marcas como Vogue (Juan Vidal), además de los creadores más personales del universo patrio (Carlos Díez, María Escoté).

Como siempre, en mis crónicas sobre MBFW Madrid expreso mi opinión, completamente subjetiva, sobre lo que he visto. No necesitáis que os explique la idea que pretendía mostrar el artista, ni la composición de tejidos, ni colores, porque para eso ya habréis leído decenas de crónicas con esta misma información en días pasados. Aquí yo vengo a contar lo que he visto y lo que me parece. Y de lo que no he visto (no, ni siquiera en fotos), no hablo. Es así de sencillo y así de honrado. O al menos eso pretendo.

Moisés Nieto y Juan Vidal hicieron lo que se esperaba de ellos, mostrar colecciones maduras y comerciales, pero sin perder la esencia de lo que les ha llevado hasta aquí: la esquisitez en sus patrones y la devoción por las prendas que nos hacen sentirnos guapas. Sus diseños, sus estampados y hasta la largura de los vestidos, eran la evidencia de que el relevo en el panorama del diseño es ya un hecho incontestable. Merecido el premio de Juan Vidal, sin duda, pero no es menos cierto que Moisés Nieto demostró por qué lo había ganado antes, con una deliciosa colección, de esas que sí me pondría.

ps13-juanvidal-041.JPG cmyk

[Juan Vidal]

ps13-moisesnieto-113.JPG cmyk

[Moisés Nieto]

Sara Coleman demostró la continuidad y solidez de su propuesta: cortes precisos, y buen patronaje. Así se construye una carrera y se hace una clientela. No olvidemos que esto es una feria de moda, no un simple show.

María Escoté y Carlos Díez fueron… pues María Escoté y Carlos Díez. A mí me encanta Carlos porque hace una propuesta en la que cree. A veces le va mejor y otras peor, pero no siento que traicione ni que engañe a nadie por vender en un corner de El Corte Inglés. Todo mi respeto.

ps13-carlosdiez-002.JPG cmyk

[Carlos Díez]

En cuanto a María Escoté, bueno, le cae bien a todo el mundo, y su propuesta va evolucionando, muy poco a poco, porque quizá necesitaría salir de su círculo, tomar otros referentes, que a veces da la sensación de repetirse. Pero los hay consagrados que no se esfuerzan tanto. Hay que darle un poco de cuartel (*).

(*) algo más de cuartel que el que le han dado los de Vice a una parte de sus invitados del front row. Está muy mal eso de reirse de los amigos de tu chica, fatal.

ps13-mariaescote-043.JPG cmyk

[María Escoté]

Al día siguiente, en El Ego, eché de menos a esas filas de blogueros que petaba la grada el día anterior. Quizá es que el futuro de la moda no es les parece tan interesante como el calendario oficial, pero les recuerdo que de ese Ego han salido Moisés Nieto, Rabaneda, Exteberría o Maya Hansen, que la memoria es débil. De nada.

No me tiraré el pisto diciendo que estuve al pie del cañón desde el primer hasta el último desfile (tengo crío, horarios del cole, etc), pero en la edición de febrero tres diseñadores llamaron mi atención, y quise ver qué presentaban en esta ocasión.

Manémané me decepcionó. Lo siento, es que esperaba más. Empezó fenomenal, hasta que entró en un loop tipo Hannibal Laguna, presentando combinaciones de modelos en esos tejidos de rayas, que se hicieron pesados y repetitivos. El final del desfile levantó un poco, pero es mejor mostrar la esencia de lo que haces, antes que todo el muestrario.

ps13-manemane-046.JPG cmyk

[Manémané]

Pol y su galáctica propuesta, algo más elaborada que la de la edición de febrero, me dejaron también un poco desanimada. Siempre espero lo mejor de El Ego, y muchas veces veo trabajos de fin de curso, antes que propuestas con afán de profesionalidad.

ps13-pol-162.JPG cmyk

[Pol]

Lo de Herida de Gato sigue siendo una propuesta de estilistas, no de diseñadores. No llegamos al WTF?! de su estreno en la edición anterior de febrero… pero hijo, qué penica, con la de buenas propuestas que hay por ahí, que sigamos empecinados en unos chicos que ni enseñan nada que no hayamos visto cientos de veces antes, ni tienen costura (esos remates, por dios), ni tienen patrón. Estilismos desfilando, no diseños.

ps13-heridadegato-023.JPG cmyk

[Herida de Gato]

Así y todo, sigo pensando que de todo lo visto tengo que hacer reflexión, que me tengo que quedar con lo que después de un tiempo me siga llamando la atención, que no puedo correr detrás de la primicia, de la novedad, del «yo lo ví o lo descubrí primero». Que todo, sí, la moda también, hay que reposarlo y madurarlo. Porque al final la tendencia es eso, una manera de vender un montón de jerseys de color verde, unas cadenas o una tachuela. Y yo, por preferir, prefiero la ropa, no la novedad.

Ponerse las cosas cuando ya están pasadas de tendencia. Ir a los bares que hace un año lo petaban fuerte, y ahora han sido abandonados por los modernos. Tomarse el tiempo necesario para comprobar si esa canción, ese diseño o ese local merecen tanto bombo y tanta tontería. Pensar, comprobar, degustar y escoger. Con tiempo de decidir sobre nuestras propias tendencias preferidas. Esa es mi elección en los últimos tiempos. Contra el «I did first» voy a imponer mi «I did it the last».

Vuestra rendida admiradora,
Mabi Barbas, la Jefa

Imágenes: Image.net