Comer en… Mercado de la Reina

Será por su ubicación, en plena Gran Vía, pero el Mercado de la Reina se ha convertido en uno de los sitios más in para comer, tapear, cenar o simplemente tomar un vino de Madrid.

Como tantos otros, en una desquiciada tarde/noche de compras de rebajas, terminamos aparcando nuestras agotadas posaderas en este local. El hambre acuciaba y nos pillaba de paso, así que ¿por qué no?

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Nada más entrar casi nos arrepentimos de haberlo elegido: estaba hasta la bandera. Pensábamos que sería imposible conseguir sitio ni en la barra ni en las mesas. Pero no, había un hueco. Eso sí, el camarero nos advirtió que «debíamos dejar la mesa libre antes de las 10:45». Siendo como eran poco más allá de las 20:30 de la tarde, y con hambre de lobos, no pensábamos que iríamos a prolongar excesivamente la sobremesa.

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Nos ubicaron en una pequeñísima mesa junto a una columna, justo al lado de la zona de servicio de los camareros, donde se almacenaban los servicios de las mesas (pan, cubiertos, etc). Sitio un poco incómodo, pero excelente para ver y escuchar conversaciones del personal.

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El lugar está aprovechado hasta el último rincón. Unos colgadores colocados en batería (semejantes a los que se cuelgan en las escuelas y guarderías), para que el público coloque sus pertenencias, y de los que una buena parte se veían arrancados por el propio peso de las prendas, nos dan ya bastante información de la filosofía de sus dueños: «come y vete, y deprisita por favor, que tengo cola…»

Ya nos hubiera gustado, la verdad. Después de unos escasísimos entrantes, y tras pedir que nos trajeran el 2º plato (unos huevos rotos con virutas de jamón y patatas fritas, complicadísimo plato, vive dios), tuvimos que esperar 35 minutos a que nos lo sirvieran. La cara de desesperación del camarero era un poema. Los comentarios con su jefe de sala «he pedido 3 veces ya el 2º de la 16 y no sale», impagables. Pero no éramos los únicos: espalda con espalda teníamos una mesa de cuatro, en la que se encontraba uno de los presentadores de Sé Lo Que Hicísteis, a los que no paraban de pedirle disculpas por la tardanza, y era el mismo plato. Lo mismo se habían acabado las patatas o los huevos, y habían tenido que ir corriendo al chino de la esquina por más… no sé.

Cuando finalmente nos trajeron el 2º plato no teníamos ya ni hambre, ahítos de pan que estábamos. Terminamos deprisa, tampoco es que fueran espectaculares. No pedimos ni postre ni café. Al pedir la cuenta, pagamos con billetes y en suelto el importe exacto «del pico», para que no nos devolvieran monedas. ¡¿CÓMO QUE NO?! Sospechando que no íbamos a dejar propina, nos devolvieron 10 euros en monedas, de 1 euro (las menos), de 50 céntimos, de 10 y hasta de 5 céntimos.

Indignante: te sirven mal y tarde y encima te chulean porque es obvio que no les vas a dejar propina. Tampoco escuchamos disculpas por devolvernos todo en suelto.

En cuanto a la comida diremos: la carta de vino es escasa y regulera; la comida es corrientita (¿tan complicado es hacer unos huevos rotos con jamón? me parece que no); los postres ni los probamos, pero sospechamos que andan por el estilo.

CONCLUSIÓN: cualquier taberna de los alrededores servirá mejores vinos y tapas, con más profesionalidad, más variedad y a un precio razonable. Es decir, el Mercado de la Reina el típico sitio al que van los pijos porque lo han leído en el Elle o en el GQ.

 

VALORACIÓN

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(1 a 5, siendo 5 la valoración máxima)

Le otorgamos una estrella por su ubicación y porque tiene la cocina abierta todo el día.

 

Mercado de la Reina
c/ Gran Vía 12. 28009. Madrid