De cena: ración de ansiolíticos

Es más que sabido que el entorno laboral, en cuanto llegan las fechas navideñas, se convierte en un verdadero foco de insensatez y ridículo. Y es muy curioso saber, segun publican esas fuentes que lo miden todo (hasta el respirar), que la mayor parte de los que aseguran intentar evadirse de los fiestorros navideños que montan las empresas, son aquellos que después aparecen retratados en las redes sociales protagonizando verdaderos bochornos.

La Navidad, en el ámbito laboral, es en realidad la oportunidad que tiene todo el mundo para sacar lo más absurdo que lleva en las entrañas. Ah, y no todo el mundo vive estas fechas del mismo modo en «la ofi». Después de años de cenas, fiestas, bochornos y borracheras laborales, por fin me he visto capacitado para diferenciar las cinco formas básicas que tiene la gente de hacer el ridículo en el trabajo cuando llega la cena de navidad, los 5 freaks más freaks de la oficina:

El Gramola. Se denomina así al pesado de turno que, por alguna extraña razón, consiguió hace años un permiso por parte de la empresa para poner villancicos en un radiocasette que, curiosamente, apareció de la nada. Lo peor de este freak es que durante toda la cena de empresa te martillea la cabeza con sus cánticos mientras rasga una botella de Chinchón con una cuchara pensando que hace música. Creedme, ese infernal ruido se aloja en tus tímpanos durante semanas por lo que os recomendaría evitar compartir mesa con él esa noche, por salud más que nada

El Filósofo. Es el epíteto más diplomático que se puede emplear para denominar al cansino, al pesado, al que se pone a divagar sobre el sentido de las cosas en una noche en la que no te apetece más que beber y comer gratis. El Filósofo te contará lo que significa la Navidad para la sociedad, para su familia, para el trabajo, para los vegetarianos, para los taoístas y todo un sinfín de gilipolleces que, realmente, no sirven más que para alimentar lo mucho que te importa una mierda a ti todo eso. Lo más curioso de este ser tenebroso es que apenas te dejará hablar, rebatirá todo lo que tu le digas porque es como una egoblogger de esas que inventaron hasta el fuego o el bicarbonato de sosa. No olvides llevar encima un buen ibuprofeno por si las moscas

El albañil. Indudablemente es el mayor hijo de siete padres que te puedas encontrar. El albañil es el típico santurrón con cara de albañil retirado que vive la navidad desde la más inquisitoria faceta de la religión católica. Vale que tengas que tragarte el sermón de la manzana y Adán y Eva; vale que te creas que una señora parió sin haberse dado un buen viaje, pero lo que no vale es que te dediques a pelotear también cuando estamos los demás comiendo. Si, queridos, si, este especímen es el típico pelota que, escudándose con sus supuestos principios católicos del buen samaritano, se dedica a joder a todo el mundo mientras trepa como los rastrojos y repta como las serpientes. La palabra Opus Dei está bien presente en su diccionario mientras que nuestro refranero nos recuerda que «A Dios rogando y con el mazo dando». Evidentemente se sentará en una mesa en la que estén jefes y/o directivos, soñando que algún día será alguien. Soñando. Soñando. Soñando

El yonki. Creo que no hace falta explicar demasiado a este personaje. Aunque rompiendo una lanza a su favor, ¿quien no es un poco yonki en la cena de empresa?. El yonki va a la cena de empresa a pillarse el moco; en verdad se pasa por el arco del triunfo todo lo que tenga que ver con la empresa, lo cual es de lo más entendible. El yonki comerá pero sobretodo beberá y beberá. En algunos casos, hasta se pasará a los psicotrópicos, lo que le convertirá en un blanco fácil para los flashes. El compañero que tiene este perfil terminará por regla general en un estado lamentable e intentará arrastrar a los demás a ese mismo estado a toda costa porque todo es muy divertido y todos somos muy colegas. Si no le pones freno, créeme, tienes un gran problema.

La Portera. Toda reunión de empresa es ocasión perfecta para que las porteras tejan sus telas de araña. No os equivoqueis, no es oro (que no orto) todo lo que parece ni todo lo que reluce. Tras una afable y supuestamente divertida cena de empresa se esconde un verdadero mentidero de la corte donde una legión de cotillas metomentodo confeccionarán el vademécum de los cotilleos de los que se hablará el resto del año. La portera necesita tener tema de que hablar; y si no hay, se lo inventa. No es de extrañar que después de la Navidad comiencen los rumores de una nueva relación entre dos compañeros, lo malo que era el menú o que se avistó a alguien meando en la calle. Un dato curioso es que las porteras jamás te asaltan solas, siempre van en pandilla cuan sanguijuelas de pantano, y tienen la habilidad de pasarte revista en tus narices de arriba abajo en cuestión de segundos y sin que te enteres. Aviso, tienen predilección por el yonki y el albañil en sus particulares picotas.

Queridas Antonias, ahora no podeis decir que no os hemos advertido con tiempo. Recordad que siempre terminamos siendo un poco porteras y bastante yonkis en la cena de empresa, pero lo importante es no imitar al filósofo y mucho menos al albañil. Para eso casi es mejor que consigais una pandereta y hagais lo que podais. Claro que quedarse en casa y no aguantar payasadas es otra opción. Cenar o no cenar, esa es la cuestión. Feliz Navidad.

Zäpp Amezcua