Fraudes por internet: el catfish

Hace unas pocas semanas, un tal Andrés Riera, aparentemente procedente de Chile, decidió robarle a Jose Luis Más, nuestro empotrador de la portada de Mayo del ya desaparecido 2013, su imagen en la red.

Descubrimos que al otro lado del charco, nuestro querido amigo estafador mostraba sin pudor alguno las fotos de José Luis como si se tratase de él mismo mientras que un grupo de palmeros le jaleaban incesantemente. Pero claro, una vez que el suplantador fue descubierto y denunciado, el perfil de ese tal «Andrés Riera» hizo mutis por el foro y nunca más se supo.

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El caso de Andrés Riera es otro más en la enorme lista de los catfish, un fenómeno en contínua expansión que hace plantearnos hasta qué punto busca la gente protagonismo en las redes sociales y con qué fines. En 2010, dos hermanos deciden hacer un documental sobre un caso catfish que sufre uno de ellos. Trás el éxito de la cinta, dan el salto a la pequeña pantalla de la mano de la madre de los reality shows y la telebasura yanki: la MTV. A pesar de que la veracidad de la película se sostiene con palillos (la base documental es más que dudosa), lo que se ha hecho más que evidente es que este fenómeno existe y, por desgracia, está en auge

Aunque el eufemismo catfish se ha incorporado recientemente a la jerga diaria, no hablamos de algo nuevo. Imagino que el origen de catfish procede de «phising», el término que se empleó inicialmente para denominar las suplantaciones de identidad para estafar via correo electrónico con perfiles y dominios falsos. Phising, a su vez, procede del vocablo inglés «fishing», cuyo significado es «pesca», justo exactamente lo que pretenden este grupo de estafadores, pescarnos

Cometemos un error cuando analizamos los perfiles anónimos que pululan por internet y los asociamos a palmeros o trolls. En muchas ocasiones, esos mismos lacayos o detractores no se dan cuenta de que están venerando o dilapidando a un catfish, a un perfil irreal, a alguien que en realidad no existe o no es quien asegura ser. Además el catfish no siempre persigue el mismo fin. A pesar de que las finalidades pueden ser infinitas, he llegado a la conclusión de que los catfish pueden ser, en el fondo, de dos tipos diferentes.

Por un lado tenemos al catfish tradicional, aquel que inventa un perfil falso y lo construye a través de las fotos que roba a otros usuarios de las redes. Este tipo de fantasmas virtuales suelen perseguir fines que van relacionados con la creación de romances ficticios o amigos también ficticios. Sus fotos nunca estarán etiquetadas, ya que, realmente nadie de su entorno existe. El personaje que inventa suele ser un personaje muy atractivo, instruido, que realiza todo tipo de actividades que puedan llamar la atención a cualquier víctima en potencia. Y ya sea por autoestima, por celos de otra persona o por alguna venganza personal, hay una cosa que queda bien clara: este tipo de catfish siempre actúa movido por su propia falta de seguridad.

Pero, ¿qué sucede cuando se crea un catfish movido por la codicia o la ambición?. Pocos son los que se atreven en los medios de comunicación a hablar de esta clase de perfiles ya que muchos de estos medios, incluso en papel, se nutren de este tipo de embusteros. El catfish profesional, movido por su falta de aptitud y actitud, necesita crear un perfil falso que se convierta en el triunfador que la persona real no puede más que soñar. Para ello es necesario crear un perfil sin fotos, con un nombre que se pueda parecer al tuyo sin llegar a serlo con el fin de que en un futuro les puedan referenciar y dar cierta veracidad. El catfish profesional suele abundar en el periodismo, se rodea de gente de éxito y siempre ofrecerá esa faceta de crítica excelsa que emana del personaje inventado, llegando al exceso, la pedantería y la soberbia. Por otra parte hacen del cotilleo su fuerte de información y no dudarán en escupir la palabra «visionario» o «coolhunter» para contar lo que ya otros saben pero por respeto, profesionalidad o prudencia no cuentan. Para poder suplir sus carencias profesionales y escalar, no tendrán miramientos en copiar a los demás o pisarles su trabajo una vez que ya están dentro, criticando a todo el mundo mientras se abren camino a costa de los demás. Y detrás de ese catfish, ¿qué hay?. Hay un pobre oficinista, un tendero o un ama de casa frustrada que hacen del daño ajeno su motor de combustión en esta autopista que es la comunicación.

El catfish, por otro lado, siempre necesitará reforzar su personaje; y es en este paso en el que se decide quienes serán sus palmeros y quienes los trolls. El catfish tradicional no dudará en crear toda una red de amigos falsos que actuarán como satélites para dar credibilidad a su personaje. Mientras éste necesita sentirse integrado, el catfish profesional necesita sentirse admirado y aplaudido. Si para eso necesita comprar followers ficticios (creedme, se puede) y aparentar esa notoriedad, un catfish profesional puede llegar a gastar cantidades ingentes de dinero. Hay algunos que incluso llegan a pagar para que les trolleen porque la clave de éxito de su perfil ficticio se encuentra en aparentar ser un genio no entendido

Dicho todo esto, desconfiad de lo que os cuenten y de lo que leeis. No olvideis que detrás de un perfil en internet, muchas veces hay un estratega y hemos caído en su campo de batalla. Recordando a François de La Rouchefoucauld, otro gran estratega, termino con una gran máxima suya: «Para hacerse una posición en el mundo, es preciso hacer todo lo posible para hacer creer que ya se tiene.»

Zäpp Amezcua