Claves para descubrir al empotrador escondido

Distinguir al empotrador del falso empotrador es una enseñanza básica, que debería impartirse como asignatura optativa o algo, para evitar decepciones posteriores. Que te hagas ilusiones, y que luego se te quede en na, es lo peor que puede pasarte, antonia. Así que aquí van algunas pistas para distinguir al empotrador en la distancia o, al menos, a huir del que no lo es.

PUNTO 1: no puede ser ni enclenque ni huesiloca. Eso es así. Tiene que tener fuerza para empotrar. Olvídate de ese tan mono y tan cosita. Está bien para tomarse un café en ese sitio tan moderrrrno, pero tú lo que necesitas es un maromo que te haga olvidarte del mundo, no recordarte lo frágil que es.

PUNTO 2: huye como de la peste de los que gastan mucha palabrería. Perro ladrador, poco mordedor. No queremos conversación, ni que se le vaya la fuerza por la boca.

PUNTO 3: no hay empotradores en el mundo hipster. Sal de ahí, inmediatamente, antonia.

PUNTO 4: te tiene que poner nerviosa, pero nerviosa de verdad. Si cuando piensas en él sólo se te ocurre «es que es tan majo», ese NO ES UN EMPOTRADOR. Podrá ser cualquier otra cosa, pero NO ES ÉL.

PUNTO 5: los que van vestido de mamarracho tampoco pueden ser empotradores (vuelve al punto 3). Hemos titulado este artículo como «Claves para descubrir al empotrador escondido» ES-CON-DI-DO. Si va vestido como si estudiara moda en el IED, tampoco vas a sacar mucho de ahí.

PUNTO 6: el empotrador bebe lo justo, y no se droga. Él tiene un objetivo, y está entre tus piernas. Las drogas le impedirían cumplir su misión.

Resumiendo: si buscas un empotrador, no puede ser canijo, hipster, borracho y/o drogata. Con la indumentaria podrías hacer una excepción, pero, hazme caso, los empotradores no se visten de faralaes.

CASOS PRÁCTICOS

Algunos tips visuales para distinguir lo que (a simple vista… lo otro ya nos gustaría, ¡aishhh!) es un empotrador de lo que (aparentemente) no lo es.

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Michael Fassbender

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Por Merilú Morgan