Diez tipos de tetas que molan…

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(Y CINCO DE LOS QUE DEBES HUIR COMO DE LA PESTE)
Admitámoslo: Igual que las opiniones, no todas las tetas poseen el mismo valor. Es más, cualquier hombre que se precie de serlo jamás debe dejarse ver en compañía de…

No, venga. Ahora en serio.
¿A que por un momento has pensado que estabas leyendo una publicación para hombres modernos, elegantes y con un puntito de incorrecto canallismo? Pues qué va. En serio, dejad de apuntarme amenazadoramente con vuestras cuentas de twitter.

Y lo siento por todos mis compañeros de Antonia y por mí primero, porque si en realidad los tiros hubieran ido por ahí estas líneas habrían sido considerablemente más retuiteadas y mi nombre correría como la pólvora durante unos preciosos minutos de gloria chunga en Internet, ¿pero qué mérito tiene empezar una trifulca en redes sociales con el primer colectivo que tenga tiempo libre para dejarse ofender, con las ganas de ofenderse que tiene todo el mundo estos días? No sé, al menos cuando le robas un caramelo a un niño tienes que correr y tal.

El verdadero problema, no obstante, es mío. Y creo que estaréis de acuerdo conmigo cuando os diga que cuando me propusieron escribir sobre tetas mi primera reacción fue pensar “Qué aburrido”. Sí, qué aburrido. Las tetas. Hola.

Lo que más me molesta es que si le hubieran hecho este mismo encargo a mi yo de hace unos años ahora mismo estaríais leyendo un texto muchísimo más apasionado sobre el tema. Qué digo un texto, un poema. Una obra de teatro de esas con un solo personaje y una silla, rollo El Brujo. Así se las gastaba mi yo de hace unos años cuando se trataba de hablar de tetas. Pues menudo era.

Pero ya no. Y creo que el problema, si es que a esto se le puede llamar así, es que ya he visto muchas.
Y por Dios, que nadie interprete esto como una fanfarronada. El hecho de que a lo largo de mi vida haya visto tantas tetas no tiene tanto que ver con capacidad para seducir como con la historia esa del mono, la máquina de escribir y las obras completas de Shakespeare. Mucho me temo que a mí en el amor me han ayudado más las matemáticas que la química, pero sea como sea el caso es que ya soy medio viejo y creo que ya he visto todas las tetas que existen:
Pequeñas, respingonas, de flan, como cabezas de niño… ¿Las de Scarlett Johansson? Las he visto. Pegadas a otra chica, pero las he visto. ¿Las de tu señora madre? ¿De qué momento de su vida estamos hablando? El caso es que antes cuando veía un par de tetas me invadía una tremenda excitación. Ahora siento déjà vus.

Supongo que por eso he dejado de ignorar el hecho de que las tetas habitualmente van acompañadas de una señorita y me aburre mucho perseguirlas si su portadora no consigue excitarme a muchos otros niveles. Es más, si lo consigue lo más probable es que sus tetas se conviertan automáticamente en las más bonitas del mundo incluso a pesar de las quejas de mi yo de hace unos años, ese que habría escrito un artículo mucho menos crepuscular. Pero bueno, como si a alguien le importara lo que pueda pensar ese idiota.

Así que no, Antonia Magazine, me niego rotundamente a hablar sobre tetas en su revista.
Y ahora páguenme.

Por Pepón Fuentes

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Foto: Wingate Payne