Quien tiene una musa tiene un tesoro

Cuando Antonia hizo su propuesta mensual y fue “MUSAS”, no voy a negar que por mi mente pasaron personajas tan dispares como Amy Winehouse, Carrie Bradshow o Frida Khalo. Sin embargo, de repente me salió esto del tirón, y creo que es justo que reconozca a quien pertenecen realmente estas líneas, a las mujeres que me acompañan en mi bregar diario con la vida, y en especial a ti, Raquel. OS QUIERO.

Nos habíamos muerto demasiadas veces y nadie había venido al funeral,  y habíamos tenido que resucitar a golpe de mucha terapia a cargo de la amiga de turno, bendita sea,  y de cantidades ingentes de fuerza interior, rascada muchas veces de donde ya no se podía sacar.  Y así, hartas como estábamos de ir danzando de cama en cama, añorábamos una vida sin sobresaltos amorosos, y buscábamos un egoísmo hedonista basado en el yo, mi me conmigo… y contigo, GRAN amiga, por supuesto. Y un buen día lo conseguimos. Llegó como un ninja, sin hacer ruido y cuando nos quisimos dar cuenta nuestro corazón era hielo. Sentíamos sí, pero no padecíamos las cosas del querer como antes. No nos volvíamos locas, no moríamos por nadie.

Acostumbrar a nuestras naturalezas viscerales a este cambio no fue fácil, por más que esa sensación se hubiera instalado de una manera tan natural. Natural pero buscada, ojo…A ver si tantas horas de terapia te crees tú que van a ser  “de gratis”… Por eso, cuidado con lo que deseas… Vivíamos más tranquilas y, quiero pensar que más felices, pero a veces la sombra de la duda se asoma y piensas si es mejor estar un poco muerta o morir en el intento de encontrar el amor. La vida son constantes elecciones y esta también. Era como decidir dejar ciertos vicios: sabes que no será tan divertido, pero que a la larga será mejor, más estable, y que tendrás que encontrar nuevas formas de disfrute personal y una vez que las halles será para bien. ¿Tanta gente no puede estar equivocada, no?  Pero,  ¿éramos nosotras como el resto de las mujeres? Obviamente no. No éramos como las demás. Brillábamos con luz propia, éramos guerreras rebeldes e inconformistas.  ¿Teníamos entonces que amar de una forma común y corriente? Quizás por eso mismo nos encontrábamos en aquella situación. Nuestro espontáneo y soterrado ego podía llegar a devorarnos… Y una vez más había que elegir, y ser un poco personajas era el peaje que había que pagar por una vida de soledad o de sufrimiento amoroso. Por lo visto las únicas dos opciones.

Por supuesto, en ese momento  nuestra indiferencia era directamente proporcional a nuestro magnetismo, y aparecían oportunidades de sentar la cabeza. El tópico de “cuando menos te lo esperas…”  cobraba por fin sentido. Unas decidieron trasladar esa tranquilidad al mundo parejil, apostando por un buen hombre que las idolatrara y les diera la estabilidad que siempre habían buscado; otras decidieron que era mucho más práctico tener buenos amantes que malos novios, y algunas que estaban  mejor solas que bien acompañadas. A fuerza de combatirlos, habíamos sintetizado el pragmatismo y el estigma peterpanesco de los hombres.  Su egocentrismo, su hedonismo, su egoísmo…Y así, habíamos conseguido invertir  toda esa pasión que nos hubiera llevado antaño a sacrificar una pierna o un riñón en caso de necesidad por la persona amada, en nosotras mismas… A veces me pregunto  si este egoísmo, consecuencia de la deshumanización general y del amor en particular, justifica tantísimo dolor soportado.

Y en según qué épocas, más a menudo de lo que me gustaría reconocer y habida cuenta de esta suerte de mujer independiente en la que me he (y habéis, queridos HOMBRES todos) convertido, me planteo si esto está bien o mal. Y lo peor de todo es que esta vez no tengo la sensación de tener elección. Igual que en otros momentos estuve sometida a esa naturaleza visceral, ahora el pragmatismo me domina y siento que nada puedo hacer para remediarlo;   y enfrento una y otra vez al amor utópico con los sentimientos tal vez en exceso cínicos que he desarrollado a  modo de coraza.

O quizás sea una época intimista y por una vez estemos creciendo y valorando la vida de una forma cabal, que por otra parte ya tocaba, y dando a las cosas importantes la importancia que merecen. Al fin y al cabo los desastres amorosos con este u otro sujeto no nos llevaron a aprobar exámenes ni a pagar facturas. Y al final después de tanto drama solo quedamos nosotras mismas y una buena amiga.

Mis verdaderas musas son mis amigas: TODAS ELLAS. Las solitarias, las casadas, las guerreras, las madres, las pijas, las modernas, y por supuesto  mi santa madre. Y no lo digo por peloteo ni ñoñería. Juro que cuando me quedo  muerta frente a una hoja en blanco, basta con una miniconversación, un chateo o un skype para abrir la caja de Pandora y vover al mundo de los escritores vivos…

Y en el Olimpo de mis musas, tú, querida mía, ocupas un lugar muy especial, habiendo sido casi la última en llegar. La mujer que soy hoy es el resultado de miles de conversaciones, millones de palabras y tiempo infinito que me dedicaste y dedicas. Sin ti, ninguna de las cosas maravillosas que están a punto de ocurrir serían posibles; sin ti mi calidad humana y femenina no hubiera alcanzado las cotas en las que hoy se encuentra. Nunca podré agradecerte lo suficiente la fuente inagotable de inspiración que supones estando a mi lado, aunque estés tan lejos.

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He tardado 35 años en encontrar mi camino, pero el camino se hace al andar. Las experiencias vividas a lo largo de los años son el caldo de cultivo del entonces futuro, ahora presente. Es entonces cuando todos esos tópicos del “todo pasa por algo” cobran sentido, y de repente todo se coloca como por arte de magia, y ves con una claridad meridiana el por qué de que pasaran las cosas que pasaron y que pasadas están. Y no es suerte, ni casualidad, es pura CAUSALIDAD. Emigrar a otra ciudad, el zarpazo del amor/desamor, experiencias laborales atroces,… situaciones de extremo dolor rallantes en la locura… son tormentas que dieron paso a tempestades, a huracanes que a punto estuvieron de destruirnos, para ahora dar paso a la calma. Y el truco de todo, tras 35 años de devaneos, incertidumbres y crisis, es el de siempre, PACIENCIA.  El tiempo lo cura todo; el tiempo pone las cosas en su sitio; el tiempo… Y Raquel, LA MUSA, tenía razón: TODO PASA… Y TODO LLEGA, pero cuando tenga que llegar y que pasar… Ahora empieza lo bueno. Ahora que mi vida se parece cada vez más a lo que siempre soñé y no a lo que creí soñar…

LA 13 CATORCE
Si  encuentras una amiga de verdad, nunca más necesitarás a un hombre. Ella será el amor de tu vida y los hombres sólo compañeros de viaje.