Working Girl de manual

Hace unos días, tomando café con unas amigas, algo me llamó poderosamente la atención.
Me preguntaron cual era el tema del Antonia de este mes, y les contesté que teníamos que escribir sobre “la mujer trabajadora”.
Todas se pusieron a desvariar, yo observaba.
Todas imaginaron el mismo cliché de “working girl”, la chica estupenda de talla 38, soltera, en la treintena, con una vida despreocupada, ropa preciosa, un trabajo creativo, bien pagado y con un horario flexible. Pensaron también en una oficina de diseño, con las últimas tecnologías a tu disposición, maravillosas vistas desde el despacho, propio, por supuesto, y un ambiente distendido donde todo el mundo se lleva bien y después de la “dura jornada laboral” se van juntos a tomar unas copas al bar de diseño de la vuelta de la esquina…
 
Cuanto daño han hecho muchas revistas en este país, queridas Antonias ¡!!
Ese es el ideal de mujer trabajadora que tenemos o con el que soñamos ¿??
 

Pues parece ser que sí, porque animada por el experimento sociológico que tenía frente a mí, seguí investigando un poco más, y fluctuando entre el trabajar desde casa, ese apartamento loft monísimo, o en la oficina, o si las gafas eran de pasta o metalizadas, no había mucha más variedad… Navego en la red y todo lo que veo son “outfits” de chicas monísimas para la oficina… y para el súper, o el hospital, o para limpiar ¿? No hay modelazos para eso ¿?

Eso me llevó a pensar en lo jodidos que estamos en este país de pandereta la mayoría de los mortales que pululamos como podemos por él.
Sueldos más apretados que un corsé, horarios maratonianos, contratos de mierda y sin fundamento, poca creatividad, jefes estúpidos que no te dejan crecer y una reforma laboral insultante y poco efectiva, eso es lo que tenemos… un cocktail explosivo que nos hace soñar con la chica de gafas de pasta delante de una Ipad.
Nadie me habló de un trabajo en concreto, de la necesidad de crear, de reinventarse, de motivación, o de un proyecto concreto. Y poca gente me habló con ilusión del trabajo.
“Las miserias ya las tenemos en casa”, mejor imaginar un cliché imposible de conseguir pero asequible a tus sueños.
Claro que no todo el mundo es así, menos mal, pero la ironía nos puede a todos a los que no nos ha podido la desesperación, incredulidad y cabreo incesante por la situación en la que vivimos. Hay pocas oportunidades, mucho despotismo, y muchos ojos agudos, otros no tanto, buscando su lugar.
 
Así que mujeres, 8 de marzo, nuestro día, el día de la “mujer trabajadora”, la que se levanta cuando aun no están puestas las calles, arregla su casa, a su familia, lo deja todo listo, y se va a trabajar 8 horas, como mínimo, por un sueldo que dista mucho de ser digno, para volver a casa cansada, pero con una sonrisa enorme escuchando las aventuras de los suyos y olvidando las propias, y sigue trabajando en casa.
Oficinistas, chicas de la limpieza, directivas, periodistas, administrativas, cajeras del súper, dependientas, comerciales, autónomas, amas de casa, paradas buscando trabajo, enfermeras, azafatas, redactoras, diseñadoras, cocineras, comadronas, agentes de policía, decoradoras, bloggers, hijas de, sobrinas de… es decir, todas las mujeres de este universo, Antonias, a seguir trabajando y a seguir produciendo para este país de pandereta en el que vivimos.
 
Las “Guorquin girls”, las dejamos para el Vogue.