Zorroneo y exorcismos. Píldoras contra el otoño

antoniamag-latrececatorce-zorroneo1Adoro el otoño… en Madrid. Todos estamos con el buenrrollazo del verano en el cuerpo dispuestos a ponernos el mundo por montera con miles de buenos propósitos, que por supuesto habremos olvidado en cuanto empiece Octubre, y que serán tan solo un mero recuerdo al alcanzar noviembre.

Uno de ellos, el más frecuente para mí, amén del gimnasio y el inglés (de los c*******), y la consabida dieta detox postvacacional, suele ser la lucha contra el decaimiento general del optimismo heredado de los días de sol y playa. Y cada año piensas “este no me amargo, así caigan chuzos de punta”. Y cada año se traduce en querer tirarte delante del primer autobús que te pase por delante (el que te lleve al curro probablemente) con la llegada del primer día gris y no digamos el primer día de lluvia. Suicidio en masa asegurado.

Septiembre y octubre son puro subidón. La peña aún está morena, las colecciones acaban de salir y puedes hacer arriesgadas apuestas verano-otoño porque el clima es lo más. Hay miles de planes: tienen lugar todas las reentrés, que suelen ser las mejores noches de cada garito, barbacoas de despedida de azoteas. Resuena en tu cabeza: “tengo el cuerpo muy mal, pero una gran vida sociaaaaal…»  Y con tanta juerga acabas hecha unos zorros y un zorrón, y ligas a tope. Claro, como aún estás moreno y vas taaan guay vestido con tus arriesgados outfits

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¿O no es eso? ¿No será este zorroneo postvacacional una inversión a corto-medio plazo?

Me explico. El dicho de que la primavera la sangre altera está sobrevalorado. Sí, todo es puro renacimiento pero queda mucho buen tiempo por delante (toooda la primavera y tooodo el verano), y la gente se lo toma con calma. En Otoño sin embargo, al igual que aprovechas cada último rayo de sol para patinar, hacer BBQs y demás moñadas veraniegas (que mira que has tenido tiempo todo el verano), también aprovechas cada noche y cada vestido sin medias como si no hubiera un mañana para cazar, antes de que el duro invierno se te cuele en el salón sin echarte a nadie bajo las mantas. Y si en Noviembre no has pillado… vete preparando para el frío. (PALABRA DE MI AMIGO EULOGIO. AMEN).

antoniamag-latrececatorce-zorroneo4Por lo tanto, me tomo la libertad de acuñar un nuevo término al respecto:

ZO-RRO-NEO. Dícese del arrimamiento más o menos sútil y nada casual que tiene lugar en los meses de septiembre y octubre con la intención de de pillar cacho para no pasar solo/a el duro invierno. Lo mires como lo mires cuadra: ZO-RRONEO o ZORRO-NEO.

Y en estas andaba yo, sin que cundiera el pánico pero sí campeando el temporal de los primeros fríos y los primeros bajones propios de esta bonita estación, cuando me fui a meter de cabeza en el enésimo fregao que fuera a arruinar mis buenos propósitos del recién estrenado curso, entre los que se me olvidó incluir evitar relaciones o pseudorelaciones sadomasoquistas. Como siempre, consejos vendo que para mí no tengo…

Mi amante “casado” reapareció con toda la fuerza de las segundas partes que, huelga decir, nunca fueron buenas (también se dice que no hay 2 sin 3, y que a la 3ª va la vencida) pero este tema me lo dejo en la recámara porque merece un artículo en sí mismo. (Próximamente en sus pantallas)

Llegaba casi noviembre y con él un año más, Halloween. Para celebrarlo mientras me iba convirtiendo definitivamente en HOMBRE-LOBA (pensad en el concepto: ¡¡¡ES PERFECTO!!) me dispuse a hacer un exorcismo completo de mi casa y enseres, puesto que habían quedado poseídos por este último sujeto. Llamo exorcismo a ese ritual que llevamos a cabo cuando una historia sentimental del tipo que sea no ha salido bien, o ha salido mal (que es lo mismo, pero no es igual). ¿Acaso no os ha pasado nunca? ¡Mal polvo y te falta quemar las sábanas en el patio!

El apego que sentimos hacia las cosas materiales nos lleva en momentos de enajenación mental y/o sexual a elevar a la categoría de reliquia cualquier objeto que haya sido tocado por el amado amante. En este caso a mí, que a enajenada no me gana nadie, me dio por pensar (influenciada quizás por esa fecha tan señalada por El Corte Inglés) que cada vez que encendía en mi casa una vela con el mechero que se había dejado el fulanito en cuestión en mi casa la noche de autos, de alguna manera le invocaba. Y así cada vez que encendía una vela, me encendía yo en todos los sentidos, deseo y cabreo todo uno. Así que fuera mechero, fuera sábanas, fuera fotos… Es el arma de doble filo del apego, que a la inversa también funciona, y así acabamos con amores a golpe de congelador (el clásico: escribes el nombre del tipo en un papel y lo metes en el congelador junto a la botella de orujo, por si no da resultado…), o a golpe de tecnología en su versión más moderna creando una carpeta en el ordenador con el nombre del amado-odiado, y enviarle a la papelera de reciclaje. Te preguntará “¿está seguro de que quiere eliminar a fulanito de tal?” SEGURÍSIMA!!. Rituales varios contra el desamor….

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Y buscando más rituales por la red me encontré con un blog de esos que tanto me gusta ojear para posteriormente despellejar en compañía de mis amigos y de cantidades ingentes de cerveza. Trataba de casas de blogueras:

http://mypreciousconfessions.blogspot.com/2011/10/top-10-fashion-blogger-homes.html

¡Tremendos casoplones! Fotos de macaroons (si veo uno más vomito), perritos, …y por supuesto siempre impecablemente vestidas. Llamé a mi amiga Irene y le pregunté, pero ¿qué es lo que hemos hecho mal, tía?? A ver, lo 1º es que estás seguro que eran ricas ya de antes de ser blogueras claro, y lo 2º que las mortales (que no tenemos esas casas) tampoco tenemos un fotógrafo persiguiéndonos por la misma… ¡¡gracias a Dios!!… porque si nos hicieran fotos cuando estamos “de andar por casa” nos correrían con antorchas a la salida del portal. Os lo aseguro.

Véase: pijama de franela con estampado de ositos, perritos o similar. Chaqueta de lana vieja con pelotillas (o sea vieja de verdad, no “vintage”)… todo muy oversize y con bragas “de regla”, osea color carne y también “oversize” (que las monas, todo encaje y transparencias, las dejamos para los “domingos”). Por supuesto cara lavada, por no decir recién exfoliada, con todas sus rojeces… ¡Ah! y un moño que me río yo de la Winehouse en sus mejores tiempos cuando fauna y flora coexistían allí dentro… Completa el total look con unas zapatillas-garras de tigre con calcetines gordos, de esos que llevan antideslizante para que no te osties por la casa, et voilá!

¡Sería el fin de nuestra vida social, por no hablar de nuestra vida sexual…. ¡¡¡QUÉ MIEDO!!! Eso, sí. Lo convertiríamos en un libro/blog de éxito titulado: “Trendsetters: la cara oculta”.  Y al final volveríamos a marcar tendencia porque las que valen valen, aunque sea con mini-momentos de bendito anonimato y naturalidad….

¡Y tan agustico, oiga!

La Trece Catorce