SOY LO PEOR
La maraña plateada de relámpagos, bordada en el cielo nocturno y carente de estrellas, fue el faro de guía hacia la salida. No me molesté en mirar al rostro del asesino, así de un brazo a Elisa Tortorici, y tiré de ella. Un trueno hizo temblar el firmamento y que la luz se desvaneciera, dejando de nuevo a ciegas la oficina. Palpé la puerta hasta dar con el pomo, no muy lejos de nosotras, Erebus agitaba la vara de hierro, confiando en exceso en su suerte. La abrí y salimos al pasillo, desorientadas pero decididas a salvar nuestras vidas.