No sé qué es peor, si declarate enemiga acérrima de la impuesta tradición de regalar «algo» en San Valentín a tu pareja (o deseada pareja) y quedarte a cuadros cuando tu maromo te sorprende con un detallito (y tú sin nada, con lo que quedas como una tacaña); o tirar la casa por la ventana y hacerle un regalazo a tu chico, y que este te diga que «no cree en estas celebraciones» pero, para no quedar mal, ha bajado al chino de la esquina (aprovechando que iba a por tabaco) y te ha comprado un cactus de 4 cms, de esos que se ponen junto al ordenador, porque en el chino no tenían más que flores de plástico, y le daba pereza quitarse el chándal de andar por casa, vestirse y salir a comprarte algo decente, total, San Valentín es una fiesta impuesta por el mercantilismo del corteinglés, bla bla bla…
San Valentín
«San Valientín»
…Y a lo tonto estamos en Febrero, mes de carnaval, de fin de rebajas, preludio de semana santa, mes corto -pero este año un poco menos- y por supuesto, mes de los enamorados. Que no sé por qué. Porque lo lógico sería que el día de los enamorados fuese en Abril, en plena explosión de la primavera que la sangre altera, las chicas se descubren, los chicos también, hace solete, estamos de mejor humor, pasamos más tiempo en la calle tratando con la gente. Pero es en Febrero, quizá el frío invita a arrimarse, o bebemos más alcohol para combatir el frío y ya sabéis eso de que con 2 copas, no hay persona fea…
Amores, desamores y la Serotonina
Se acerca el mes de Febrero, el Día de los Enamorados, San Valentín… “love is in the air”, y yo lo siento… yo ¿?? Con lo que yo he sido, cómo he llegado hasta aquí ¿?? Todos los mortales del planeta pasamos por esto, y por qué ¿? Pues porque tenemos unas hormonas que no nos dejan vivir tranquilos, y que de vez en cuando y sin motivo aparente aparecen, empiezan a pulular por nuestro organismo. La mítica hormona conocida en el mundo mundial como “la hormona del placer”, y cuando aparece… estás perdido.
Nada de San Valentín, para nosotras es San Vallantines
Estoy escribiendo este edito viajando en metro, bien temprano, con una libreta en una mano y un bolígrafo en la otra. Rodeada de gente que lleva smartphones, iphones, nintendos, tablets, ebooks, ipads... y alguno levanta la vista lo justo para comprobar que sí, que estoy escribiendo ¡A MANO!