Clímax

Muchos de nosotros relacionamos la palabra «clímax» con la cúspide del placer, el nirvana de los sentidos provocado por un buen polvo, un colocón sutil, una ópera de las de antes, el suelo de la cocina tras un fin de semana de limpieza general, etc. No es de extrañar que la sala Azarte, una de esas pocas que consigue sorprender una y otra vez, haya decidido estallar en la cartelera con un título tan provocativo y, a su vez, tan cargado de connotaciones. Y servidor, que es casi tan curioso como el homo sapiens que definía Aristóteles hace veinticuatro siglos, se ha dejado seducir.

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Fredeswinda Gijón, Nicolás Gaudé, Alicia Fernández y Gonzalo Kindelán son los artífices de unas cuantas historias desenfrenadas donde el humor, el descaro, la ilusión y la musicalidad del corazón humano se dejan ver en todo momento. Isidro Romero y Paco Rodriguez (Salmorejo Teatro) dirigen a estos cuatro grandes actores hacia un trabajo sobre las emociones del ser humano, hacia la búsqueda de una identidad que dista apenas unos milímetros de cualquier butaca. He gozado de la frescura de Alicia, una actriz que irradia frescura y sutilidad; de Nicolás y su gran personalidad en escena; de Fredeswinda y esa naturalidad inimitable y de Gonzalo que, aunque no empezó con muy buen pie, poco a poco fue poniendose al mismo nivel que sus compañeros con una buena actuación.

Niko

Hay que decir muchas cosas de Clímax, practicamente todas positivas. Buen trabajo de dirección; a pesar de los numerosos cambios, se respeta la cadencia de las situaciones por lo que no hay pérdida de ritmo. Buen trabajo de iluminación; para una sala tan pequeña como es Azarte, y gran selección musical (un guiño a Del Shannon para mí es un placer). Muy impresionado con la dramaturgia; el texto, de Alejandro Melero (sobran las palabras) está cargado de significación, sin búsqueda del chiste facil y sin la acritud del texto cómico convencional que tenemos que tragarnos para cabezas de cartel televisivos y bla, bla, bla.

Ali

Una de las cosas que más disfruto sin duda es poder ver una sala de teatro agotando las entradas en todas sus funciones. Creo que éste ha sido el clímax real al que este grupo de grandes comediantes ha llegado. Y, haciendo un ejercicio de reflexión, no me cansaré de repetir que es ABSOLUTAMENTE NECESARIO ir a las salas de teatro. En un circuito comido por la industria de lo fácilmente vendible, lo comercial y, en definitiva, el clímax de lo cutre creo que ya va siendo hora de que disfrutemos de un teatro más profesionalizado. Un teatro como lo que yo acabo de ver.

Gonza

Y ahora, me voy a tomar un vino

Zäpp Amezcua