Colgar los hábitos

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Siempre creí en las súper mujeres (lo cuál ya os debería de poner sobre aviso de que esto va a ser un desastre). Recuerdo que cuando era adolescente corría por mi casa un libro sobre el estrés que sufrían las mujeres que habían escogido conciliar la vida familiar con una carrera profesional de éxito. No recuerdo su nombre pero sí la portada. En ella se caricaturizaba a una mujer completamente trastornada vestida con traje mientras un bebé berreaba detrás suyo. Ella sudaba despeinada con el maquillaje corrido a tope. Vamos, que podríamos ser cualquiera de nosotras un mal día de oficina o un domingo a la salida de un local de dudosa reputación, escoged la situación que más os vaya.

Lo ignoré completamente, claro. Las señales siempre están ahí, pero yo como con mis novios, ciega más que un topo.

Quería triunfar en los negocios y luché para conseguirlo. Podía con todo, me das una capa y no me vengo más arriba que en aquella época.

¿Y qué pasó? Pues que pringué, señoras. Pringué un montón. Me convertí en un hombre con tetas. Trabajé dentro y fuera de casa. Trabajaba el doble, el triple si era necesario. Tenía que demostrar constantemente que no por ser mujer y madre era peor profesional. Qué topicazo ¿eh? Pues ojalá lo fuera.

Un día, no hace tanto, me di cuenta de que estaba completamente desquiciada (que por cierto, qué manía tiene la gente de que cuando esto le pasa a una mujer es una histérica y cuando le pasa a un hombre es que tiene estrés). Ejemplo práctico:

– “¿Qué le pasa a tu jefa (o apodo) que está muy borde últimamente?”
– “Uy déjala, está histérica”

Añadimos comentario sobre la fase en la que se encuentra tu ciclo menstrual o sobre tu número de polvos al mes y su calidad y ya lo tenemos listo. Las dos licenciaturas por el retrete. Que por cierto: que puedes tener un sexo estupendo y mal carácter, chicos, que digo yo que con quien tienes buen sexo ya serás más maja que las pesetas.

Bueno a lo que iba, que ellos no: ellos se estresan. Nada más. Hay que entenderles, están bajo mucha presión. Tú eres una loca, y si te despistas, una puta loca. Es una guerra perdida.

Entendí entonces que no somos súper mujeres (ni tenemos porqué serlo). Aquí nos metieron un gol por toda la escuadra, y encima nos dejamos. Vaya timo.

Y ahí, cuando me vi como la portada de aquel libro, decidí colgar los hábitos, o la capa, o lo que fuera que me ligaba a aquel concepto de heroína superada.

Que para llegar a esta conclusión haya atesorado más de 120 pares de zapatos es una mera anécdota de la que os hablaré en otra ocasión y gracias a la cual, ahora tengo una nueva profesión que hará felices a muchas locas como yo.

Imagen: vía cotsatanika tumblr

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1 Comment

  1. Anna says:

    Que razón tienes! Levantarte a las seis de la mañana, darlo todo en el trabajo, hacer tus gestiones, llegar a casa, hablar con tu pareja/hijo/madre, darlo todo en casa e intentar llegar a las diez de la noche estupenda. Para porque yo me bajo!

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