A mí pensar en “es cosa del destino” me da mucho dolor de cabeza.
Me resisto a creer que desde que nací mi vida está marcada, diseñada por vete tú a saber quién y que yo no he tenido nada que ver en el transcurso de mi mejor o peor vida, que de todo he tenido.
Pero, Antonias, cuántas veces nos habremos preguntado: ¿quien me lo iba a decir a mí?
Y es que a veces pasan cosas que nada tienen que ver con lo que tú, mismamente, hayas planeado hacer o provocar en tu vida. Pasan, no sé porque, pero pasan y tus cimientos tiemblan y tus planes cambian y de repente te ves en un lugar y en una situación que jamás te pasó por la cabeza.
¡Que me lo digan a mí, urbanita de pro, viviendo en el campo!
Y eso qué es, ¿destino o desatino?
El otro día asistí a una “conferencia-cena” (más por la cena que por la curiosidad) en la que hablaban del Destino.
Para mí, vampira de historias ajenas, acabó siendo una reunión genial en la que la gente explicaba sus anécdotas, y es muy curioso como casi todas las historias de “destino” eran de amor, y la gente estaba empeñadísima en convencernos de que lo que a ellos les había pasado era EL DESTINO. ¿No podía ser otra cosa o es que es el amor y no el destino el que mueve montañas?
Yo me resisto a creer en él, aunque… creo, pero no se lo digáis a nadie…, y ante algunas historias, realmente no podía pensar otra cosa.
Conocí a Juan y Ana. Su historia es, por lo menos, sorprendente.
Estuvieron saliendo durante un año. Un romance tórrido de universidad, de esos intensos e inolvidables y con fecha de caducidad.
Ana se fue a trabajar a Londres, y Juan se fue Madrid. Durante más de 3 años no volvieron a saber el uno del otro.
Fin de Año, años después. Fiesta en Barcelona, en una discoteca de las afueras de la ciudad. Juan acude con unos amigos. Baila, bebe, disfruta y pierde su DNI… Al día siguiente le llamó… Ana, ella había estado en la misma fiesta y fue ella quien encontró el documento.
Destino ¿???????? Hoy están juntos.
También conocí a Pol y Lola.
Hace 10 años cruzaron miradas en una estación de metro. Cada día coincidían en la misma estación a la misma hora, pero tomaban diferentes trenes. Siempre se observaban. Jamás llegaron a hablar.
Cinco años después, y por supuesto después de haberse perdido la pista, Pol empezó a trabajar de camarero en un bar de la ciudad. Su compañera de trabajo era… ¡Lola! Se reconocieron al instante.
Destino ¿???????? Hoy están juntos.
Vale que son historias ñoñas, pero reconozcámoslo… a todos nos gustan estas películas de rosa infumable que nos hace creer en el amor verdadero, o no.
No puedo dejar de pensar si en verdad nacemos con los trazos de nuestra vida ya diseñados, porque eso nos deja muy poco margen a la improvisación, y en verdad, no decidimos nada…
Yo manejo el timón de mi vida, y por tanto no me vale pensar que fue el destino el que me trajo a mi pareja, o que me llevó a vivir en una ciudad concreta, o sencillamente que dibujó el esquema de mi vida.
¿Cuánto hay de destino, y cuanto de elección?
Dina3